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Un trágico accidente dejó al joven británico Stephen Power con el rostro maltrecho. Una nariz rota, un pómulo hundido y un ojo inexpresivo que acomplejaban a éste jóven británico que se sentía observado y tuvo que recluirse en su habitación para mitigar su dolor. La tecnología de impresión 3d logró reconstruir su rostro basándose en un escaneo previo de su cara y la pericia de los doctores con unos resultados que saltan a la vista.
La importancia de esta tecnología cobra más relevancia y sus aplicaciones se extenderán incluso a la impresión de diferentes órganos y articulaciones hipoalergénicas que eliminan un posible rechazo.
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